Te asignan un nuevo proyecto y, en cuestión de segundos, tu mente empieza a correr. "¿Sabré hacerlo? ¿Seré capaz? ¿Y si no lo hago bien?" Tal vez te sientas entusiasmado, pero también aparece esa sensación de vértigo. Es normal: cada nuevo reto nos enfrenta a nuestras propios miedos.
Antes de lanzarte a la ejecución o quedarte paralizado por la incertidumbre, te propongo hacer una pausa. Porque la forma en que interpretamos un desafío dice mucho más de nosotros de lo que pensamos.

Reto o problema: la distinción que cambia tu enfoque
Cuando llega un nuevo encargo, solemos etiquetarlo automáticamente como un problema. Algo que hay que solucionar, gestionar, cerrar cuanto antes. En este marco, el foco está en eliminar la incomodidad y en salir del paso con eficacia.
Pero, ¿y si en lugar de un problema lo ves como un reto? Un reto no es algo que "se soluciona", sino algo que nos desafía y nos hace crecer. La gran diferencia entre ambos enfoques es esta:
- Un problema demanda una solución inmediata. Se vive con urgencia y, a menudo, con estrés.
- Un reto te invita a evolucionar, a desarrollar nuevas habilidades, a crecer. No solo resuelves, sino que aprendes algo de ti mismo en el proceso.
¿Cómo estás interpretando el proyecto que tienes delante? ¿Desde el problema o desde la oportunidad?
¿Qué dicen de ti tus miedos?
Cada vez que afrontamos algo nuevo, se activan nuestras creencias y miedos más arraigados. Si sientes inseguridad, presión o dudas, no es solo por la dificultad del proyecto en sí, sino por la historia que te cuentas sobre él.
Hazte estas preguntas:
- ¿Qué emoción me despierta este reto? ¿Es miedo, ansiedad, frustración?
- ¿Qué historia me estoy contando sobre mí mismo en esta situación? ¿Creo que no soy suficiente, que debería tener todas las respuestas, que el error no está permitido?
- ¿Cómo cambiaría mi enfoque si en lugar de buscar "hacerlo bien" me permitiera aprender y crecer en el proceso?
De la reacción automática a la acción consciente
Cuando miramos lo que está por venir como un problema, la reacción suele ser una de estas dos:
1. Entrar en modo "hacer" sin parar, tratando de solucionar rápido para salir del paso.
2. Bloquearnos ante la incertidumbre, sintiendo que no tenemos control suficiente para actuar.
Pero hay una tercera vía: parar, observar y elegir desde dónde queremos actuar.
La próxima vez que te enfrentes a un nuevo proyecto…
Haz el ejercicio de observar tu reacción. ¿Es miedo o es una oportunidad? ¿Es un problema o un reto?
Porque la manera en que afrontamos nuestro trabajo dice mucho más de nosotros que el resultado final. Y tal vez, si cambias tu mirada, descubras que este proyecto no solo es un encargo más, sino un paso más en tu propia evolución.
¿Qué sueles sentir cuando te asignan algo nuevo en el trabajo? ¿Te identificas con alguna de estas situaciones? Cuéntamelo en los comentarios, me encantará leerte.
PD: Fotocollage de @etxabe__
Buenos días. Estoy a punto de comenzar varios retos. Gracias por el enfoque.